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El tres de mayo de 1808 en Madrid o Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío[1] es un cuadro del pintor aragonés Francisco de Goya, realizado entre 1813 y 1814, que se conserva en el Museo del Prado, Madrid, España. En él, Goya intenta plasmar la lucha del pueblo español contra la dominación francesa en el marco del Levantamiento del dos de mayo de 1808 en Madrid, al inicio de la Guerra de la Independencia Española. Tiene su pareja en El dos de mayo de 1808 en Madrid o La carga de los mamelucos. Ambos cuadros son de la misma época y corriente artística. Pudieron haber sido encargados por el regente don Luis María de Borbón y Vallabriga antes de la llegada de Fernando VII, e incluso se dice que adornaron un arco del triunfo dedicado al monarca. Asimismo fueron encargados por el gobierno provisional de España en 1813, a sugerencia de Goya. Su intención queda plasmada en una carta autógrafa del aragonés: >
La pintura es oscura, muestra imágenes fuertes y crea el arquetipo del horror, aprovechado más tarde por Goya en Los desastres de la guerra. Tiene también un claro tinte de nueva generación, que rompe con las costumbres pictóricas impuestas por el cristianismo. No tiene ningún precedente en las pinturas de guerra, y es reconocida como una de las primeras pinturas contemporánea. Es la primer pintura que puede llamarse grande y revolucionaria en toda la extensión de la palabra, en su temática, en su género, en su intención", escribió sobre el cuadro el historiador del arte Kenneth Clark.[2]
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El tres de mayo de 1808 ha inspirado numerosos cuadros que se han visto influenciados por esta obra. Entre ellos se cuenta El fusilamiento de Maximiliano, de Édouard Manet y otras obras de éste. También Pablo Picasso se inspiró en esta obra de Goya para Guernica.
En la década de 1850 el pintor José Madrazo —entonces director del Prado— puso en duda la autoría goyesca de este cuadro, ya que, según el, «el cuadro es de calidad muy inferior a otros retratos del maestro Goya». Décadas después, durante el apogeo del impresionismo y del romanticismo, adquiere fama mundial. La obra fue trasladada a Valencia en 1937, para evitar daños durante la Guerra Civil. Sufrió daños al caer de un camión, pero fue restaurado. Aunque se paliaron estos daños, los resabios aún son visibles en el lateral inferior izquierdo. Nuevas restauraciones le han devuelto el tono oscuro original.
Antecedentes
[editar | editar código-fonte][[Imagen:Carga de los mamelucos restaurado.jpg|right|thumb|200px|El dos de mayo de 1808 en Madrid fue terminado de pintar dos meses antes que su pareja, El tres de mayo de 1808. Ambos cuadros revelan la lucha del pueblo español contra Francia, y la subsecuente ejecución de castigo.]]
Napoleón Bonaparte se autoproclamó cónsul de la Primera República Francesa el 18 de febrero de 1799, y en 1804 el Papa Pío VII le coronó emperador. España controlaba el acceso al Mar Mediterráneo, por lo que era un punto crucial que los franceses debían dominar cuanto antes. Carlos IV era el rey español, un hombre abúlico y desinteresado por las tareas de gobierno. María Luisa de Parma, reina consorte, y su supuesto amante, Manuel Godoy, eran quienes manejaban el reino. Napoleón tomó ventaja de la situación y propuso a Carlos IV conquistar Portugal y repartirlo entre ambas naciones.[3] El Príncipe de la Paz —como se conocía a Godoy— aceptó gustoso y permitió a las tropas francesas penetrar en territorio español. Sin embargo, las verdaderas intenciones del emperador eran otras: a la sazón debía conquistar España y Portugal simultáneamente, y permitiría que su hermano José Bonaparte se hiciese con el gobierno de ambos reinos. Pero la medida de Godoy y de los reyes desató descontento en varias esferas de la sociedad española, las cuales se vieron acaudilladas por Fernando de Borbón y Borbón-Parma, príncipe de Asturias y heredero a la corona, totalmente enemigo de Godoy. Fernando entendió claramente que era un plan de los franceses para hacerse con el reino, y llegó a pensar en asesinar a Godoy e incluso a sus padres, para tomar él el poder y sacar cuanto antes a las tropas de Napoleón.[3]
Más de 20.000 soldados franceses entraron a España en noviembre de 1807, con la misión de reforzar al ejército hispano para atacar Portugal. Los españoles no opusieron resistencia y permitieron su libre tránsito.[4] Hacia febrero de 1808, los verdaderos planes de Napoleón comenzaron a saberse y hubo pequeños brotes de inconformidad en varias partes de España, como Zaragoza.[5] Joaquín Murat, comandante del ejército galicano, creía que España reaccionaría mejor bajo el mando de José Bonaparte, hermano de Napoleón, que gobernada por Carlos IV o por su hijo Fernando. Así lo expresó al emperador en una carta del 1 de marzo de 1808.[6] En marzo, el pueblo estalla y, dirigido por Fernando y su camarilla, arma el Motín de Aranjuez, destituye a Godoy y le obliga a salir del país, propiciando la abdicación de Carlos IV. Napoleón captura al nuevo rey, Fernando VII, y también a su padre. Fueron llevados presos a Bayona, donde Fernando abdica en su padre. quien cede la corona española al emperador. Éste, a su vez, la traspasa a su hermano José, quien es, desde el 6 de junio de 1808, José I de España.
El pueblo español había aceptado gobernantes extranjeros en el pasado —a los Borbón en 1700, en la persona de Felipe de Anjou—, pero estaba vez no estaba dispuesto a permitir una ocupación francesa. El 2 de mayo, el gobierno invasor decretó la salida de los últimos miembros de la familia real, entre ellos el infante Francisco de Paula de Borbón, benjamín de los reyes. Al percatarse de ello, el cerrajero Blas Molina arengó al pueblo, diciendo: «¡Traición! ¡Nos han quitado a nuestro rey y quieren llevarse a todos los miembros de la familia real! ¡Muerte a los franceses!», detonando así el levantamiento. Murat escribió sobre ello a José Bonaparte: «el pueblo de Madrid se ha levantado en armas, dándose al saqueo y a la barbarie. Corrieron ríos de sangre francesa. El ejército demanda venganza. Todos los saqueadores han sido arrestados y, con las armas en la mano, serán fusilados».[7] Goya conmemora el levantamiento en La carga de los mamelucos, donde un grupo de mamelucos franceses a caballo pelean contra el pueblo sublevado en la Puerta del Sol, escenario de varias horas de fiero combate.[6] Muchos de los rebeldes fueron reprimidos, arrestados y fusilados en las localidades cercanas a Madrid en los días siguientes, hecho que representa El tres de mayo de 1808. La oposición española persistió durante los siguientes cinco años, en una guerra de guerrillas.[6] Las fuerzas militares siguieron en pie de guerra, y poco después se aliaron con portugueses y británicos, todos bajo el mando de Arthur Wellesly, duque de Wellington, que combatió por primera vez en Portugal hacia agosto de 1808. En el tiempo en que la pintura fue concebida, el pueblo español había convertido a los sublevados en sinónimo de patriotismo y heroísmo.[8]
right|thumb|200px|Yo lo vi, lámina 44 de Los desastres de la guerra, h. 1810-1812.
Como otros españoles liberales, Goya mantenía una difícil situación ante la invasión francesa, puesto que apoyó las ideas de la ]Revolución Francesa y esperaba que España sufriese cambios similares. Compartía esta visión con otros amigos intelectuales como Juan Meléndez Valdés y Leandro Fernández de Moratín, quienes eran llamados «afrancesados», término usado por mucha gente para referirse a los supuestos partidarios de José Bonaparte.[9] El autorretrato de Goya, realizado en 1798, fue regalado al embajador francés Ferdinand Guillemardet, quien profesaba al aragonés una gran admiración.[10][11] Para mantener su puesto de pintor de cámara, Goya debe servir a José I, a pesar de que siempre ha sentido un desprecio por la autoridad y llega a degradarla en sus retratos.[12][13][14] Mientras tanto, atestigua cómo sus compatriotas pelean ante los franceses, lo que a la postre motivará algunas de sus obras.[15] Durante los años de la guerra se limita la producción artística de Goya, pues no tenía imaginación para pensar. Sin embargo, crea El coloso —que está basado en los horrores de la invasión y en La profecía del Pirineo, poesía de Juan Bautista Arriaza—, al mismo tiempo que se inspira para Los desastres de la guerra.[10]
En febrero de 1814 los franceses son expulsados de España y Goya aprovecha para proponer al gobierno provisional realizar una pintura que pudiese «perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa».[16] Su propuesta es aceptada y Goya comienza a trabajar en El tres de mayo. A pesar de no conocerse a ciencia cierta si presenció o no los levantamientos y la subsecuente represión,[10] han existido muchos intentos de probar que así fue.[17]
- ↑ Prado, p. 141. El título oficial con el que es exhibido es: Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808 en la Montaña del Príncipe Pío, Madrid. Véase Príncipe Pío para el monte.
- ↑ Clark, p. 130.
- ↑ 3,0 3,1 Connell, pp 146.
- ↑ Baines, Edward. History of the Wars of the French Revolution. Philadelphia: McCarty and Davis, 1835. p.65 (en inglés)
- ↑ Connell, pp.145-148. (en inglés)
- ↑ 6,0 6,1 6,2 Licht, p.109 (en inglés).
- ↑ Cowans, Jon. «La España moderna, su historia documentada». Universidad de Pensilvania, mayo de 2003. ISBN 0-8122-1846-9
- ↑ Murray, Christopher John. «El tres de mayo de 1808», en Enciclopedia del Romanticismo, 1760-1850. Taylor and Francis, 2004. pp. 1133 y 1134. ISBN 1-5795-8422-5.
- ↑ Bareau, p.45
- ↑ 10,0 10,1 10,2 Licht, p.111.
- ↑ Guillemardet fue a España como embajador, y se convirtió en el primer extranjero retratado por Goya. Más tarde, adquiere una copia de Los caprichos, que exhibe en París. Así se convirtieron en fuente de influencia para pintores como Eugène Delacroix y todo el movimiento del romanticismo. Heras, p.73.
- ↑ Glendinning (1993), págs. 44-48
- ↑ Bozal (2005), vol. 1, págs. 107 y 148-149.
- ↑ Clark, p.129.
- ↑ El pintor vive los estragos de la guerra, y lo plasma en sus Desastres de la guerra. Es especialmente crudo el número 15, Yo lo vi.
- ↑ Clark, p.126.
- ↑ Connell, pp.153-157. En esa época el aragonés vivía en una casa ubicada en la esquina de la Puerta del Sol. Es entonces cuando Antonio de Trueba supone que presenció los eventos de mayo de 1808. Esto se lo contó, supuestamente, Isidoro, jardinero de Goya, que afirma haber acompañado al pintor durante la noche de la masacre a observar los cuerpos de los ejecutados.